El origen.
El término Gallaecia se refiere al nombre con que los romanos bautizaron la región noroccidental de la península Ibérica, habitada por pueblos de lengua celta. Bajo la reorganización del emperador Diocleciano, aquel territorio quedó dividido en los conventos Lucensis, Bracarensis y Asturicensis, e incluso llegó a incorporar el antiguo conventus Cluniacenesis.
Con el paso de los siglos, aquel antiguo topónimo evolucionó hasta convertirse en nuestra actual Galicia, y conserva vivo el recuerdo de una tierra forjada por su gente y su historia.